En la edición de LA GACETA del 18 de octubre de 1916 se lee una información de Educación vinculada con el Colegio Nacional: “Inasistencias de alumnos en el día 18 de octubre”, anuncia, y enumera: “5° año- Francisco Garat, Fermín Pereyra, José Berutti, Oreste Lucca, Guillermo Viaña y Racedo Aragón” y luego menciona a estudiantes de otros años y divisiones, entre ellos José Cotella, Alberto Rizo, Guillermo Sylvester, Nicolás Salas, Romualdo Alfaro y Manuel Madrid.

No parece tratarse de un “registro de yutas” sino de un detalle de faltas comunicado por el mismo colegio, que da la pauta de la penetración de la información de la misma institución educativa, la más antigua de Tucumán y en la que se educaban -entre otras- los hijos de la sociedad de ese tiempo, cuyas experiencias fueron narradas tanto por los estudiantes que pasaron como por los docentes que los prepararon.

En su “Canción del Colegio Nacional”, de 1917, el político socialista Mario Bravo recuerda la “Casa de joviales memorias, / Pajarera de alegres trinos, /Urna de íntimas historias, / Crisol de un millar de argentinos” (en: “Miradas sobre Tucumán”, de la Fundación Miguel Lillo).

El docente y vicerrector José R. Fierro -que enseñó entre 1900 y 1920- dejó muchas anécdotas y travesuras estudiantiles y describió que “el edificio del colegio tiene alma para cada uno de ellos y está lleno de graciosos recuerdos”. En la foto, sacada en 1920, se ve a Fierro (de bigotes, a la izquierda) con sus alumnos.

Recuerdos fotográficos: 1900: el viaducto del Saladillo, joya escondida cerca de El Cadillal

Concluye Bravo: “¡Casa de imborrables memorias, / urna de íntimas historias, /Te evoco en el tumulto de los días lejanos, / Y a tus niños distantes y a tus presentes niños / Yo saludo con todos mis cariños / Más fervientes y humanos!”